La Administración ensaya la efectividad del llamado «agente rehabilitador» para recuperar patrimonio rural abandonado
Artículo puesto en línea el 15 de agosto de 2006
última modificación el 16 de agosto de 2006

por Prenseru

15/8/2006

La Nueva España

Ferreira, el pueblo experimental

El paisaje que se divisa desde Ferreira.

La Administración ensaya la efectividad del llamado «agente rehabilitador» para recuperar patrimonio rural abandonado

Ferreira es un pueblo y un experimento urbanístico. En este núcleo rural se está ensayando una de la medidas contempladas por la nueva ley del suelo del Principado, la figura del agente rehabilitador, o lo que es lo mismo, la intervención directa de la Administración para recuperar pueblos abandonados.

Ferreira, E. LAGAR

Durante la II Guerra Mundial, en el transcurso de un viaje entre Génova y Barcelona, el mercante cargado de mantas donde viajaba como tripulante el genovés Giacomo Marcenaro fue torpedeado. Marcenaro pasó 48 horas a la deriva en el mar, agarrado a una tabla. Sólo él y seis más se salvaron. Iban 54 en el barco. Lo vio claro: era hora de buscar empleo en tierra firme.

El nieto de aquel marino genovés, Amedeo Marcenaro, tiene que remontarse a aquel episodio bélico para explicar qué cosa se le ha perdido en el pueblo de Ferreira, en Santa Eulalia de Oscos, donde está rehabilitando una casa como segunda residencia. Resulta que el abuelo Marcenaro acabó trabajando en los astilleros de Figueras (Castropol). Allí su hijo se enamoró de una lugareña y alumbraron a Amedeo. Después las cosas siguieron rodando y hoy en día Amedeo Marcenaro regenta dos restaurantes italianos en la Bonanova, una de las zonas residenciales pijas de Barcelona. «Siempre vine a Asturias y como por cuestiones de herencia mi madre se quedó sin la casa de Figueras, busqué una por internet. Y encontré ésta. En realidad estoy más cerca de los Oscos que de las playas de la Costa Brava. Tengo un coche en el aeropuerto de Asturias. Cojo el avión y en menos de tres horas estoy aquí».

Amedeo no ha escogido un pueblo cualquiera de los Oscos. Ferreira es, en realidad, un experimento urbanístico y, a la vez, sociológico. Enclavado en un pequeño valle, casi propio, domina un paisaje singular y hasta «extraño» para la zona. «Parecen las montañas rocosas», apunta el alcalde de Santa Eulalia, Marcos Niño. Ferreira es uno de los cuatro pueblos de Asturias donde se desarrolla la figura del «agente rehabilitador», prevista en la nueva normativa urbanística del Principado, con la que se pretende forzar la recuperación del patrimonio rural en ruina. En este pueblo con ocho vecinos, un niño y otro a punto de nacer, hay 26 viviendas abandonadas que el Ayuntamiento, de donde partió la iniciativa, pretende rehabilitar con el objetivo de convertirlas bien en segunda residencia bien en vivienda habitual para nuevos pobladores que deseen instalarse en este «pueblo perfecto».
Pueblo perfecto
Ferreira es un pueblo perfecto, para algunos en exceso. El Gobierno regional ha invertido nada menos que 800.000 euros en su reurbanización, con la introducción de saneamientos, líneas eléctricas soterradas e, incluso, la instalación de un sistema que permite la conexión sin cable a internet en toda la localidad.

La pretensión del alcalde, Marcos Niño, que es consciente de lo arriesgado de la apuesta dada la alta inversión concentrada en un pueblo, es generar condiciones de suficiente atractivo paisajístico y comodidad urbanística que fructifiquen en la llegada de nuevos vecinos. Existe un antecedente en el núcleo de Pumares, donde la rehabilitación del entorno favoreció la instalación de un hotel -hay otro en construcción- y el arreglo de viviendas privadas.

Por ahora ya hay dos casas en rehabilitación en Ferreira: la del ítalo-astur-catalán Amedeo Marcenaro y la de José Luis Carnota, un librero de viejo asentado anteriormente en Grandas de Salime y especializado en mapas de los siglos XVI y XVII.

La figura del agente rehabilitador es la clave para facilitar la recuperación del resto de las viviendas abandonadas. El Ayuntamiento ya ha dilucidado la propiedad de todas y, en adelante, se pondrá en contacto con sus dueños para ofrecerles las distintas posibilidades que prevé la ley para la recuperación del inmueble. Unas podrán rehabilitarlas ellos mismos acogiéndose a ayudas del Principado. Otra opción es que pueden firmar un convenio para que un promotor -el llamado agente rehabilitador- se haga cargo de la recuperación y luego cobre, en especie, con parte del inmueble. También cabe una tercera posibilidad, la más extrema, y en caso de que los propietarios se desentiendan, de que la Administración proceda a la expropiación y encomiende a un agente la rehabilitación del edificio. Marcos Niño subraya que ésta es la última opción y que, en todo caso, pretende limitar la salida al mercado inmobiliario de estos inmuebles con fines puramente especulativos orientando la rehabilitación de algunos al establecimiento de apartamentos turísticos o algún negocio de hostelería.
El anuncio de Gary Lee
Ferreira ya suscita el interés de algunos inversores. Y uno de ellos, realmente inverosímil, llegado de Houston, Estados Unidos. La aparición en «The Washington Post», el 19 de diciembre de 2004, de un reportaje sobre Santa Eulalia de Oscos firmado por Gary Lee -dentro de una serie sobre localidades en el mundo que llevasen el apelativo «Santa»- abrió el apetito de un inversor norteamericano que deseaba hacerse con todo el pueblo.
Si la llamada de Gary Lee dejó perplejo al alcalde Marcos Niño -«no me creí que era de verdad del «Washington Post» hasta que me encontré con aquel americano negro que, por lo menos, medía 2,30»-, la nueva llamada del inversor de Houston también le produjo cierta incredulidad. Sin embargo, el adinerado americano visitó Santa Eulalia y, al ver que el Ayuntamiento no podía venderle Ferreira, se interesó por La Valía, otro núcleo rural que sólo tiene un vecino y donde una escuela de oficio hizo varias mejoras. En La Valía la propiedad está menos enredada y no está en marcha el experimento del agente rehabilitador, así que el americano lo vio más claro. Prometió que volvería este septiembre para intentar cerrar el trato.