El hórreo asturiano en la Edad Media

Jesús Antonio GONZÁLEZ CALLE

Ya la documentación escrita asturiana más remota se hace eco de la presencia del hórreo en nuestras aldeas al menos desde el siglo IX. Pero tal como manifestara Perfecto Rodríguez, en un principio las múltiples alusiones al hórreo son tan genéricas que carecen prácticamente de todo valor descriptivo: al describirse las villas y explotaciones agrarias objeto de compraventas, donaciones y otros negocios, suelen citarse hórreos al lado de casas, lagares (torcularia), prados, pastos... en enumeraciones tan formularias como monótonas.

Artículo puesto en línea el 12 de junio de 2007
última modificación el 5 de agosto de 2021

por Prenseru

12/06/2007 - Nº 1666 www.lne.es

NUEVA QUINTANA

El hórreo asturiano en la Edad Media

Fotos: marcos león

Jesús Antonio GONZÁLEZ CALLE

Ya la documentación escrita asturiana más remota se hace eco de la presencia del hórreo en nuestras aldeas al menos desde el siglo IX. Pero tal como manifestara Perfecto Rodríguez, en un principio las múltiples alusiones al hórreo son tan genéricas que carecen prácticamente de todo valor descriptivo: al describirse las villas y explotaciones agrarias objeto de compraventas, donaciones y otros negocios, suelen citarse hórreos al lado de casas, lagares (torcularia), prados, pastos... en enumeraciones tan formularias como monótonas.

Es ya avanzado el siglo XIII cuando coincide el retroceso del latín en la lengua escrita, con el consecuente avance de la lengua romance, y la inserción de descripciones y comentarios sobre los hórreos, que han permitido a autores como Jorge Argüello o Florencio Cobo hacer unas primeras reflexiones sobre la evolución del hórreo primitivo asturiano a partir de documentación de archivo. Sin embargo, ha de tenerse en cuenta que las propias limitaciones de la documentación impiden una visión nítida: primero, la brevedad de las referencias; segundo, la procedencia mayoritariamente eclesiástica de los documentos; y tercero, la concentración geográfica de esa documentación en el área central comprendida entre los ríos Narcea y Sella, que deja desprovistos de noticias escritas los extremos oriental y suroccidental de la región.

Como ya subrayaran los autores citados, el elemento más caracterizador de un hórreo entre los siglos XIII-XV era el material de la cubierta. Si el escribano se molesta en constatar el tipo de cubierta de un hórreo, es porque había una cierta diversidad, aun con el predominio de unos tipos sobre otros. En esta línea, creemos advertir una clara evolución.

Los hórreos de los siglos XIII-XIV

Hemos recogido una lista no exhaustiva de 71 casos, agrupados de la siguiente manera: 43 casos (61%) con cubierta de paja (orriospallizos), repartidos por Pravia, Grado, Candamo, Las Regueras, Oviedo, Llanera, Corvera, Gozón, Carreño, Gijón, Villaviciosa, Colunga, Nava, Mieres, Lena, Langreo y Laviana. 25 casos (35%) con cubierta de teja (orriostellados), repartidos por Belmonte de Miranda, Grado, Las Regueras, Oviedo, Llanera, Illas, Carreño, Siero, Villaviciosa, Teverga y Lena. 3 casos (4%) con cubierta de tabla (orriostavlizos), repartidos por Grado, Las Regueras y Langreo.

Ningún tipo se corresponde con un área geográfica concreta, sino que se superponen en los mismos territorios. Con todo, es llamativa la ausencia de referencias sobre cubiertas de piedra (pizarra), fácilmente atribuible a la escasez de documentos sobre el occidente asturiano. En cuanto a la estructura del hórreo, resulta que seis hórreos de cubierta pajiza se califican como «de madera», localizándose en los concejos de Grado, Candamo, Oviedo y Villaviciosa; hay un caso más de «orrio de madera» en Lugigo (Oviedo) pero sin especificar la cubierta.

Por hórreos de madera entenderíamos ya el «hórreo patrón» asturiano, consistente en una cámara elevada y cerrada por grandes tablones verticales (colondras, engüelgos), encajados en vigas horizontales (trabes y liños); lo que no podemos aventurar es si la planta era ya cuadrada y si la cubierta era a dos o cuatro aguas. En todo caso, si se destaca la madera, es porque otros hórreos más arcaicos estarían hechos de otros materiales (varas entretejidas a modo de cabazos...). Lo curioso es ver esa primera asociación del hórreo patrón a las cubiertas de paja y no a las de teja.

No menos llamativo es que de los hórreos techados con teja apenas se diga nada. Es más, las escasas referencias aluden a materiales y estructuras que ya estarían en pleno retroceso:

En 1343 se documenta en Tabaza (Carreño) un hórreo con «la paret de pértiga polgada e de linnolos, et tepchado de tella». Si el escribano describió con inusual detalle el material, es porque debía ser ya un hórreo poco habitual. J. Argüello y F. Cobo han interpretado que se trataría de un hórreo de varas (pértigas) y listones (liñolos) entretejidos.

En 1324 se vio en Hevia (Siero) un «orrio de enbuelgos techado de tella», aludiendo a los engüelgos o tablones esquineros hechos en escuadra que vemos en los hórreos actuales. Aunque J. Argüello cree que se trataría ya plenamente del hórreo patrón asturiano, nosotros creemos que en tal caso no habría por qué destacar a los engüelgos sobre las colondras, por ser igual de visibles, y se hablaría simplemente de un «hórreo de madera» más. Por tanto, nos inclinamos por una técnica mixta semejante al caso anterior, donde el armazón del hórreo (trabes, engüelgos, liños) sería de madera, y el cierre de la cámara sería de varas entretejidas. En 1347 se documentan otros hórreos «de enbuelgos» en Buyeres (Nava) y Bueño (Ribera de Arriba), pero nada se nos dice sobre el tipo de cubierta.

No sabemos a qué puede referirse la alusión a un «orrio ferrenno» en Vigaña de Arcello (Belmonte de Miranda) en 1300.

En cuanto a los apoyos sobre los que se elevan los hórreos, se nombran invariablemente como pies en cuatro casos repartidos entre Oviedo, Avilés, Carreño y Gijón.

También disponemos de referencias sobre las llaves para mantener cerrados los hórreos, en dos casos localizados en los concejos de Oviedo y Nava. En el caso de Nava, en 1362, se citan «diez e siete laves de fierro e duas de madera... de casas e de orros e de arcas e de uchas»; las dos llaves de madera aludidas nos lleva a recordar «la pesllera de chaplón», sistema de cerradura y llave de madera que estudiara Marino Fernández Canga en un hórreo del concejo de Aller.

En la época que tratamos se contemplaba ya la posibilidad del traslado de los hórreos, y de que su propiedad o la de su solar podían ser independientes de la quintana o entorno en que se localizaran. En un pleito sobre unas propiedades en Las Regueras en 1338, Ruy Pérez de Rañeces consigue que se reconozca su propiedad sobre un hórreo localizado en una huerta de Fernán Álvarez de Valdés, si bien se le obliga a cambiarlo de emplazamiento. Y en 1359, el monje Alfonso Martínez reconoce ante el abad de San Vicente de Oviedo, «hun orrio techado de palla que devo levar de Fontoria a Entralgo, e fazerlo a costa de vos, el abbat».

Los hórreos eran también objeto de compraventa, variando su precio entre los 80 maravedís pagados por un hórreo en Valdesoto (Siero) en 1303, a los 160 maravedís por un «orrio de madera y techado de palla... al çemiterio de Santa María Magdalena» (Grado) en 1369.

Los hórreos del siglo XV. Tenemos 37 referencias sobre tipo de cubierta agrupadas así: 7 casos (19%) con cubierta de paja, repartidos por Belmonte de Miranda, Teverga, Proaza, Grado y Llanera. 29 casos (78%) con cubierta de teja (tella, orriostellados), repartidos por Belmonte de Miranda, Teverga, Grado, Pravia, Oviedo, Siero, Sariego, Nava, Aller y Langreo.1 caso (3%) con cubierta de tabla (hurrotavillzo) en Teverga.

Hay un claro vuelco hacia las cubiertas de teja, una vez que éstas ya se habían generalizado, tiempo atrás, entre las casas. Las pocas referencias sobre hórreos de paja en el siglo XV ni siquiera rebasan la mitad de dicha centuria. También es muy sintomático que en 1410 coincide la última referencia sobre un «orrio de madera techado de palla», en Fresnedo (Belmonte de Miranda), con la primera sobre un «orrio de madera techado de tellas» en plena calle la Rúa de Oviedo. Desde entonces son 13 las referencias a «horreos de madera», todos ellos con cubierta de teja. Tan sólo habría una excepción al citarse aún en 1447 «hun orrio de madera techado de palla» en Báscones (Grado), pero, signo de los nuevos tiempos, se le menciona sólo para recordar el trato entre su dueño el canónigo Gonzalo Fernández y el tejero Lope Fernández para sustituir su cubierta por un tejado de 330 tejas. Así pues, podemos afirmar que desde comienzos del siglo XV, la cubierta predominante del hórreo patrón asturiano pasa a ser de teja.

Continuamos teniendo alguna referencia sobre otros tipos residuales de hórreo, como el de varas entretejidas. De este modo, en 1474 se cita un «orrio de tabla e madera, e techado de tella» en Olloniego (Oviedo), que interpretamos como hórreo de fábrica mixta, con partes de madera (trabes, liños, tal vez engüelgos) y de entretejido de varas o tablillas. Cabe resaltar que, según F. Cobo, esta técnica ha perdurado hasta hoy en algunos hórreos aislados de Piloña y Parres.

Sobre los hórreos con cubierta de tablilla, el caso documentado data de 1403, pero A. Graña y J. López comprobaron la pervivencia de un ejemplo aislado en Allande en el siglo XX.

Con respecto a la parte inferior de los hórreos, se mantiene la denominación de pies para los pegollos, según constatamos en dos casos en Oviñana (Belmonte de Miranda) y en Mieres de Limanes (Siero); el caso de Oviñana, en 1465, es interesante, al tratarse de «pies de cale e piedra», es decir, pegollos de mampostería, previsiblemente de piedra pizarrosa, tal como aún se observa en el occidente asturiano. Asimismo comenzamos a tener referencias sobre cuerpos arquitectónicos de piedra que cerrarían el espacio comprendido entre esos pies o pegollos, según vemos también hoy en muchos casos; así, nos referimos a ciertos hórreos «cerrados de piedra e madera» documentados en Villamartín (Nava) en 1448, y en Ranón (Langreo) en 1487, o al hórreo «tellado e çerrado de madera» documentado en Llames (Nava) en 1448.

Pero el espacio entre pegollos debió estar normalmente libre, aunque sólo fuera para facilitar los traslados. Como el que se adivina en 1403, cuando un vecino de Cuañana (Teverga) compra un solar y «hun hurro para poner en el dicho suelo» por 200 maravedís. Otra noticia singular alude a la posibilidad de convertir casas en hórreos. Así, en 1498, se citan en el arrabal ovetense de Foncalada «los orrios que fueron casas antiguas».

Proporcionalmente con la inflación, en esta época el precio de venta de un hórreo se eleva de los 45 maravedís pagados por un hórreo techado de paja en Vigidel (Teverga) en 1402, a los 1.000, 1.500 y 3.000 maravedís pagados por hórreos situados, respectivamente, en Los Heros (Teverga) en 1494, en Areces (Las Regueras) en 1500, y Pobladura (Siero) en 1481. Finalmente, hallamos una nueva noticia de llaves de hórreos en Latores (Oviedo) en 1423.