Notas a propósito de la conservación del conjunto etnográfico de Truyés, Corvera de Asturias
Artículo puesto en línea el 17 de abril de 2006
última modificación el 2 de octubre de 2006

por Gerardo Díaz Quirós

NOTAS A PROPÓSITO DE LA CONSERVACIÓN DEL CONJUNTO ETNOGRÁFICO DE TRUYÉS, CORVERA DE ASTURIAS

Gerardo Díaz Quirós

Doctor por la Universidad de Oviedo en Historia del Arte

Secretario técnico y científico y director del Comité de Coordinación del I Congreso del Hórreo Asturiano celebrado en Oviedo en Noviembre de 2004. Es, igualmente, autor de varias publicaciones sobre arquitectura popular asturiana.

En tanto que arquitectura –mueble, pero arquitectura- podría contarse al hórreo como la mayor aportación asturiana a un supuesto corpus mundial de construcciones. Ejerce, además, de testigo y documento de la historia de Asturias y guarda en su colondra claves para entender esta tierra. Si por diseño, eficacia y grado de implantación en el territorio el hórreo y la panera son extraordinariamente interesantes, los trabajos de talla y pintura presentes en un amplísimo número de ejemplares, y las características de estas labores artísticas, hacen de ellos, en conjunto, una de las más importantes muestras de arte civil del Principado y la más destacada aportación al patrimonio etnográfico. Prueba de ello es el tratamiento específico que les dedica la Ley del Principado de Asturias 1/2001 de 6 de marzo de Patrimonio Cultural. Creemos, en cualquier caso, urgente la puesta en marcha de un estudio orientado a la definición de una categoría definitiva de protección.

No discutidas en el plano teórico –incluido el jurídico, según se ha indicado- estas afirmaciones se confrontan, sin embargo, con una realidad delicada, próxima, si no exacta en muchos casos, al abandono y la ruina. Las políticas de conservación llevadas a cabo por las distintas administraciones a lo largo de los años han sido sólo parcialmente eficaces, por más que el monto total invertido pueda parecer elevado, y el propio conocimiento del hórreo –que en la década de los 80 del siglo XX experimentó un avance decisivo gracias a la labor de un puñado de investigadores- no es aún completo; no se ha abordado nunca el catálogo o inventario de hórreos, paneras y cabazos de Asturias, ni existe una selección de las construcciones que atendiendo a sus características estructurales, a su cronología, a su historia o a su decoración permita priorizar y apenas si se puede aproximar el número de ejemplares que permanecen en pie. El problema es aún mayor si se tiene en cuenta que, como insiste el arquitecto Xuan Pedrayes, el problema del hórreo es el problema de la aldea y que no encontrará solución mientras no se integre en el planeamiento y la ordenación del territorio. La despoblación de una parte de Asturias y el desarrollo urbanístico –y los modelos elegidos para este desarrollode otra están afectando de forma intensa a esta parcela del patrimonio etnográfico asturiano, de tal forma que la desaparición de hórreos y paneras es una constante.

El amplio número de hórreos, paneras, cabazos y graneros elevados existentes en Asturias no puede llevar a la indiferencia ante estas pérdidas. Cada elemento perdido para el Patrimonio asturiano es un fracaso de la sociedad y de las administraciones que detentan el deber de conservar, proteger, investigar, enriquecer, fomentar y difundir ese Patrimonio. Cuando la pérdida de estos elementos viene rodeada además de otras circunstancias, ha merecido la implicación intensa de la sociedad civil –de “apoyo a las iniciativas sociales y a la implicación de los ciudadanos en las actuaciones en torno al patrimonio cultural” se habla en el apartado “j” del Artículo 2 de la vigente ley de patrimonio- y, sobre todo, es de todo punto evitable, resulta especialmente lacerante.En este contexto, creemos que merece ser revisada la autorización de desmantelamiento del conjunto de hórreos y paneras de Truyés. Si la conservación del hórreo desligado de su entorno de origen resulta siempre dolorosa, por cuanto éste cobra verdadero sentido y refuerza su condición de documento histórico asociado a estructuras tradicionales de habitación y de organización del espacio, es también mal menor en muchos casos. Del mismo modo, si el despiece de un hórreo o panera y su traslado a otra zona o la reutilización de sus elementos útiles pueden ser soluciones extremas por causas de fuerza mayor, resultan escasamente comprensibles en este caso. Un campo de golf o una urbanización de nueva planta pueden, si se quiere, integrar de un modo digno y razonable estas construcciones, dotándolas incluso de uso y contribuyendo a su conservación. La obligada intervención, en el trascurso de las obras en curso, por parte de la propiedad sobre los hórreos y paneras de Truyés puede ser aprovechada, además, para eliminar añadidos o elementos que desvirtúen las construcciones, en el supuesto de que existan, así como para acometer su restauración. Actuar de otro modo no puede entenderse más que, en el mejor de los casos, como una absoluta falta de sensibilidad y consideración hacia el Patrimonio asturiano.

En el marco de la radical transformación del lugar de Truyes y de su entorno, sus hórreos y paneras bien merecen permanecer como testigos de su pasado y evocación de las familias que durante siglos labraron sus tierras. El hórreo es uno de los iconos encarnados con que cuenta Asturias; el activo principal del patrimonio etnográfico asturiano, y como tal merece una atención y actuación específica por parte de las instituciones.

Uno de los principios que animan la vigente ley de patrimonio es la dignificación de la cultura popular asturiana. Creemos que en el caso de Truyés estamos precisamente ante un caso de dignidad.